viernes, 4 de noviembre de 2016

Opinión | La corrupción en las artes marciales



 
 (Fuente: bjjee.com)
Mucha gente cree que las artes marciales son únicamente  un deporte en el que cualquier individuo se prepara para obtener un cinturón negro, y que una vez ha conseguido dicho rango, ha acabado su camino como artista marcial, ya lo ha conseguido todo y es como un personaje salido de las películas de Matrix, es decir, absolutamente letal.

Pues bien, como el célebre Pérez Reverte diría si estuviera en mi lugar, “la gente que piensa eso no tiene ni puta idea”. No solo porque haya que hacer mucho más que llegar a tener el cinturón de un color determinado, sino porque además, es entonces cuando empieza el camino como artista marcial, los años y años de entrenamiento previos a adquirir el rango de cinturón negro son solo el calentamiento para lo que es el auténtico camino.
De entrada, las artes marciales, para aquellos que las practican en serio, que las sienten y que las tienen metidas en la cabeza, no son un deporte. El deporte se enfoca a la creación de atletas, de campeones; lo cual no es negativo, al contrario, puesto que aquellos que lo practican con moderación tienen una salud bastante sólida y un sinfín de ventajas que no enumeraremos; pero por su parte, las artes marciales lo que forman son personas.
Las artes marciales no están creadas para ir contra un grupo de gente pensando que tienes  el cinturón de un color determinado pensando que vas a derrotarlos a todos, sino que están hechas para protegerte, nunca para atacar. El artista marcial debe ser selectivo, y si es un artista marcial bien formado, rara vez empleará sus conocimientos.
La gente se cree que un artista marcial va a darle una paliza a un desdichado solo por un insulto, provocación o amenaza, y esto no va a suceder nunca, repito, con un artista marcial que esté bien formado moralmente, lo que este hará será darse la media vuelta e irse sin decir nada, porque las artes marciales no están creadas para pelear.
(Fuente: judotalk.com)
Además, el camino para el artista marcial hasta llegar al cinturón negro, que suele ser el objetivo de muchos de los que empiezan, requiere mucho esfuerzo y sacrificio, pero implica no solo una mejora física y técnica, sino que más importante, una mejora mental, ética, moral.
Así pues, es imposible que un niño de 10 años esté completamente formado física y mentalmente, por lo que me parece completamente ridículo que haya cinturones negros con dichas edades, y cuando se ve un cinturón negro demasiado joven, en muchas de las ocasiones se debe a un “mal instructor”, no en el sentido de que no sea bueno técnicamente, sino a uno que acelera el proceso que supone formar un artista marcial para simplemente poder decir: “Mira cuantos cinturones negros tengo” o “Mira mis niños que talento tienen”, y por supuesto, para lucir rangos en las competiciones.
El auténtico problema reside en que las artes marciales son un “deporte” minoritario, mejor dicho, las han convertido en un deporte que no ha pasado de ser minoritario, por lo que muchísima gente no lo practica y a consecuencia de ello, como la magia de las artes marciales no se conoce hasta que no se practican en serio, la sociedad nunca será consciente de lo que realmente son las artes marciales, esa histórica tradición que se está corrompiendo día tras día por la simple ambición de lucir cinturones negros.

Así pues, concluyo recordando que las artes marciales tienen una serie de principios supuestamente inviolables, como el respeto hacia el resto de tus compañeros, la transparencia, el trabajo constante y el sacrificio. Una serie de principios, que como ya mencioné, se están perdiendo a un ritmo preocupante; y recalco de nuevo que querido lector, si quiere comprender las artes marciales, practíquelas, pero no como deporte, sino como modo de vida y de crecer, y siempre recuerde, el color de un trozo de tela no quiere decir nada, puesto que un rango es un estatus mental de confianza y madurez y no saber hacer con los ojos cerrados una técnica.

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