(Fuente: bjjee.com)
Mucha
gente cree que las artes marciales son únicamente un deporte
en el que cualquier individuo se prepara para obtener un cinturón
negro, y que una vez ha conseguido dicho rango, ha acabado su camino
como artista marcial, ya lo ha conseguido todo y es como un personaje
salido de las películas de Matrix, es decir, absolutamente letal.
Pues
bien, como el célebre Pérez Reverte diría si estuviera en mi
lugar, “la gente que piensa eso no tiene ni puta idea”. No solo
porque haya que hacer mucho más que llegar a tener el cinturón de
un color determinado, sino porque además, es entonces cuando empieza
el camino como artista marcial, los años y años de entrenamiento
previos a adquirir el rango de cinturón negro son solo el
calentamiento para lo que es el auténtico camino.
De
entrada, las artes marciales, para aquellos que las practican en
serio, que las sienten y que las tienen metidas en la cabeza, no son
un deporte. El deporte se enfoca a la creación de atletas, de
campeones; lo cual no es negativo, al contrario, puesto que aquellos
que lo practican con moderación tienen una salud bastante sólida y
un sinfín de ventajas que no enumeraremos; pero por su parte, las
artes marciales lo que forman son personas.
Las
artes marciales no están creadas para ir contra un grupo de gente
pensando que tienes el cinturón de un color determinado
pensando que vas a derrotarlos a todos, sino que están hechas para
protegerte, nunca para atacar. El artista marcial debe ser selectivo,
y si es un artista marcial bien formado, rara vez empleará sus
conocimientos.
La
gente se cree que un artista marcial va a darle una paliza a un
desdichado solo por un insulto, provocación o amenaza, y esto no va
a suceder nunca, repito, con un artista marcial que esté bien
formado moralmente, lo que este hará será darse la media vuelta e
irse sin decir nada, porque las artes marciales no están creadas
para pelear.
(Fuente: judotalk.com)
Además,
el camino para el artista marcial hasta llegar al cinturón negro,
que suele ser el objetivo de muchos de los que empiezan, requiere
mucho esfuerzo y sacrificio, pero implica no solo una mejora física
y técnica, sino que más importante, una mejora mental, ética,
moral.
Así
pues, es imposible que un niño de 10 años esté completamente
formado física y mentalmente, por lo que me parece completamente
ridículo que haya cinturones negros con dichas edades, y cuando se
ve un cinturón negro demasiado joven, en muchas de las ocasiones se
debe a un “mal instructor”, no en el sentido de que no sea bueno
técnicamente, sino a uno que acelera el proceso que supone formar un
artista marcial para simplemente poder decir: “Mira cuantos
cinturones negros tengo” o “Mira mis niños que talento tienen”,
y por supuesto, para lucir rangos en las competiciones.
El
auténtico problema reside en que las artes marciales son un
“deporte” minoritario, mejor dicho, las han convertido en un
deporte que no ha pasado de ser minoritario, por lo que muchísima
gente no lo practica y a consecuencia de ello, como la magia de las
artes marciales no se conoce hasta que no se practican en serio, la
sociedad nunca será consciente de lo que realmente son las artes
marciales, esa histórica tradición que se está corrompiendo día
tras día por la simple ambición de lucir cinturones negros.
Así
pues, concluyo recordando que las artes marciales tienen una serie de
principios supuestamente inviolables, como el respeto hacia el resto
de tus compañeros, la transparencia, el trabajo constante y el
sacrificio. Una serie de principios, que como ya mencioné, se están
perdiendo a un ritmo preocupante; y recalco de nuevo que querido
lector, si quiere comprender las artes marciales, practíquelas, pero
no como deporte, sino como modo de vida y de crecer, y siempre
recuerde, el color de un trozo de tela no quiere decir nada, puesto
que un rango es un estatus mental de confianza y madurez y no saber
hacer con los ojos cerrados una técnica.
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